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Personajes

Reza y trabaja, San Benito

By marzo 11, 2019enero 24th, 2020No Comments

Reza y trabaja, San Benito

 

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2014


Actual edificio del Monasterio de Montecasino fundado por San Benito en el año 529.

 

San Benito nació en el año 480, en la ciudad italiana de Norcia, también conocida como Nursia.

Cuando era joven y como su familia era adinerada, lo mandaron a Roma para que continuara sus estudios. Cuando llegó a Roma, se asombró mucho de lo que sucedía. Eran tiempos difíciles. Había problemas políticos y religiosos. Todo ese ambiente daba la impresión de que la fe cristiana y las buenas costumbres se estaban apagando. Reinaba el lujo, la codicia, los vicios, el egoísmo y la delincuencia, cosa que también sucedía en otras partes de Europa.

Benito o Benedictus significa bendito. Dieciséis Papas han usado ese nombre.

Viendo el estado de corrupción que reinaba en la ciudad, Benito decide alejarse de esa vida mundana, pues como joven de buenas costumbres, temía que ese mundo de libertinaje y de perdición, terminara contaminándolo. Entonces decidió abandonar la ciudad y se fue a una región montañosa cerca de Roma muy poco poblada, llamada Subiaco. Estando en ese lugar se encontró con Román, un monje que vivía muy cerca de allí. Benito le explicó al monje de su intención de vivir como ermitaño, en soledad y en tregado a Dios. El monje lo entendió y le ayudó a sobrevivir en una cueva que estaba oculta, a la cual difícilmente alguien podía llegar. Allí se entregó a Dios rezando, meditando y haciendo penitencia. Así pasó varios años.

Sin embargo, un día fue descubierto por unos campesinos. Al principio se asustaron al verlo, pues tenía el aspecto de un animal salvaje, pero al comenzar a hablar con él, se dieron cuenta que era un hombre dedicado a Dios. Y muy llenos de fe por las enseñanzas que Benito había compartido con ellos, volvieron a sus casas.

A partir de ese momento, Benito empezó a ser conocido por sus buenos consejos y mucha gente lo visitaba y le llevaba alimentos.

No obstante, se dio cuenta que no bastaba con haberse ido de Roma para vivir en soledad. ¿Quién iba a pensar que Dios lo había escogido para que la fe cristiana y las buenas costumbres volvieran a reinar en toda Europa? Esto ni Benito lo sabía. Lo único que él hacía era seguir, humildemente pero con firmeza, el llamado del Señor.

Por eso se dedicó a ir por esas tierras evangelizando a quien se encontraba a su paso. Era un ejemplo de humildad y rectitud. Mucha gente aprendió de él y siguió sus enseñanzas, tanto que muchos jóvenes se le unieron y allá por el año 529, en una colina rocosa que queda a unos 150 kilómetros al sur de Roma llamada Monte casino, fundó su primer monasterio.

Documento de la Regla de San Benito.

Para Benito ese camino tuvo muchas dificultades. Tuvo que enfrentarse a la envidia, a las murmuraciones y hasta hubo un intento de envenenarlo, por parte de algunos monjes que estaban en contra de la disciplina que él les pedía.

También le costó mucho ir en contra de las costumbres de aquella época. Las personas siempre desean lo fácil, lo que no les complique la vida. Y la ruta que proponía Benito era que abrieran su corazón a la palabra de Dios. Un camino basado en el amor, en el trabajo y la oración, en la justicia, en la bondad, en ser humildes, en saber compartir y desear lo mejor para las otras personas.

Cuentan que en ese monasterio que fundó, los monjes trabajaban durante el día y rezaban de noche, pero sobre todo trataban de aliviar el hambre de los pobres de esa época, llena de calamidades. Salían a los pueblos de los alrededores a predicar y atender a los que querían una vida más espiritual.

Ese monasterio fue la cuna de la Orden Benedictina. Allí Benito escribió un documento que se llama la Regla de San Benito, también conocida como la Santa Regla. En ese escrito están los principios o normas que un monje debe seguir. Poco tiempo después, la Santa Regla fue acogida por la mayoría de los monasterios que existían en Europa.

Ese documento no solo les sirve a los monjes benedictinos sino a todas las personas que tratan de seguir a Dios.

Por ejemplo, la primera regla dice: “Reza y Trabaja”. En otras palabras, tener a Dios siempre presente en nuestras vidas y en nuestras labores diarias. Si Él es nuestro camino, haremos todo con amor y justicia, respeto y solidaridad, tratando de dar alivio a quien lo necesita, a veces solo con un buen gesto o una sonrisa.

También nos dice que la primera virtud es la caridad y después la humildad. Si todos somos hijos de Dios y formamos una gran familia, cómo nos vamos a olvidar de los hermanos que nos necesitan, cómo no vamos a brindarles nuestro apoyo, no dando solamente lo que nos sobra, sino compartiendo con ellos también nuestros alimentos, nuestra ropa y nuestras cosas materiales. Siendo humildes vamos a ver al otro como hermano, sin importar si es rico o es pobre, pues en él podemos ver reflejado el rostro de Jesús.

De ese modo cumplió la misión que Dios le había encomendado: devolver la fe cristiana a Europa y hacer que las buenas costumbres volvieran a formar parte de la vida.

La Comunidad de Benedictinos ha ayudado a millones de personas en todo el mundo durante los últimos mil 500 años. Se dice que éste es el santo que más influencia ha tenido en Europa por medio de dicha organización religiosa.

Murió el 21 de marzo del año 543, un Jueves Santo. Dicen que sintiendo que la muerte se acercaba, se apoyó en dos de sus discípulos y lanzando un suspiro, como quien alcanza lo que siempre había querido, falleció en paz. Cuentan que algunos discípulos que se encontraban lejos, vieron una gran luz que subía hacia los cielos y dijeron que seguramente era el Padre Benito que partía hacia la eternidad.


San Benito ha sido nombrado el Patrono de Europa por tres Papas distintos. Primero el Papa Pío XII lo nombra Padre de Europa; años más tarde, Pablo VI lo nombra Santo Patrono y en 1980, cuando se celebraron los mil 500 años de su nacimiento, Juan Pablo II reafirmó ese nombramiento.

Ver texto original del libro: