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Tierra / Mundo

El Magdalena regresó a casa

El Magdalena regresó a casa

 

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2004

El rompehielos Irízar se despidió del Magdalena y regresó sin problemas. Fue alegremente recibido en Argentina la mañana del domingo 18 de agosto del 2002.

 

El año pasado les contamos que un barco llamado “Magdalena Oldendorff” había quedado atrapado en el hielo al regresar de su viaje a la Antártida.

En agosto del 2002 el rompehielos argentino Irízar llegó hasta donde se encontraba el Magdalena. La misión era remolcarlo o abrirle paso para que pudiera salir. Pero eso no fue posible.

Juan Carlos Campana, un médico de la armada argentina que venía en el Irízar, decidió quedarse con los tripulantes del barco atrapado.

Seis meses estuvo el Magdalena sin moverse en un mar cubierto totalmente por el hielo. Por fin, el 20 de diciembre, justo antes de la Navidad, el barco logró despegar y llegar a un puerto del sur de África. Allí el médico, aún emocionado, contó parte de lo sucedido a un periodista.

-¿Doctor, cómo se siente ahora, después de estar tanto tiempo atrapado?

- Ya pasó lo peor. Ahora estamos aquí en África, más calientitos. El 9 de diciembre festejamos cuando vimos que el hielo empezaba a ceder. Fue realmente emotivo cuando empezamos a movernos y ver al capitán que dio las gracias a Dios por habernos liberado.

- ¿Cómo fue el clima durante ese tiempo?

Hubo temperaturas muy frías y fuertes vientos, hasta de 120 kilómetros por hora. Pero ya al final veíamos el Sol girando alrededor del barco casi durante las 24 horas del día.

¿Cuántos eran a bordo?

Conmigo éramos 17 personas. Yo era el único argentino. Había rusos, polacos, ucrania nos, filipinos y un ghanés. Cuando alguien hablaba en su idioma, todos tratábamos de traducir lo que quería decir y siempre nos entendíamos. La tripulación con la que estuve es gente especial.

Dr. Juan Carlos Campana.

- ¿Cómo fue que decidió quedarse?

- Ellos preguntaron si se podía quedar un médico. Yo accedí. Pero imagínese que me pasé al Magdalena sin conocer a nadie. Pensé: esa gente se va a quedar sola y para mí era un gusto poder servirles como médico que soy.

- ¿Cómo es estar ahí en medio del hielo?

- Uno olvida algunas cosas, como el uso del dinero. Las personas y sus sentimientos son más importantes. Se le da más atención a ciertas cosas como conservar el calor del cuerpo, algo que uno ni piensa cuando está en otro lugar. Se resalta lo mejor y lo peor de cada uno. Uno aprende a conocerse a sí mismo y a conocer mejor a los demás.

- ¿Qué se escuchaba allá?

- Sólo el viento y el ruido que hacían los generadores. Si uno iba afuera, le gustara o no, se escuchaba a uno mismo. Era como una sensación de paz que no se puede explicar. Pero si todo el mundo en algún momento viviera algo así, donde sobrevivir es lo primero, le puedo asegurar que no habría… tantas diferencias ni disputas de unos contra otros.

- Gracias doctor Campana, por sus sabias palabras.


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