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Cuentos / Leyendas

Androcles y el león

By julio 17, 2019enero 29th, 2020No Comments

Androcles y el león
(Leyenda romana)

 

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2011


 

 

Androcles era un esclavo en la antigua Roma. Los esclavos eran como mercancías. Los compraban y los vendían. A Androcles lo había comprado un hombre cruel y malagradecido. El esclavo llevaba una vida de pesado y doloroso trabajo. A menudo lo azotaban y lo torturaban. No tenía ningún amigo a quien pedirle protección.

Después de haber sufrido mucho, Androcles pensó en escapar. Sabía que si lo descubrían lo condenarían a muerte, pero pensó que la muerte no sería tan dura como la vida que estaba pasando.

Una noche oscura, cuando no había luz de luna, salió silenciosamente de la casa del amo. Durante toda la noche corrió por el camino que llevaba al bosque.

Al amanecer, cuando llegó al bosque, se sintió más seguro. Allí podría sobrevivir, se alimentaría de raíces y frutas. Como estaba muy cansado y con sueño, decidió tomar agua y refugiarse en una cueva que había al pie de un barranco. Allí se durmió. Pero al rato lo despertó el rugido de una fiera. Abrió los ojos y vio que en la entrada de la cueva había un gran león.

La cueva era la guarida del animal. Androcles se puso de pie y buscó por dónde escapar, pero el león tapaba la única salida. No había esperanza de salir vivo. Sin embargo, el animal estaba quieto y no parecía enojado. Gemía y lloraba y se lamía una pata que le sangraba.

El león levantaba la pata como diciéndole: sé que me ayudarás. Androcles, al ver al pobre animal sufriendo y al notar que parecía dócil, se olvidó del peligro y se le acercó. Tuvo el valor de tomarle la pata para ver qué le pasaba. Vio que tenía clavada una gran espina. Agarró la espina, le dio un fuerte jalón y la sacó. Enseguida le curó la herida para detener el sangrado. El león, aliviado del dolor, estaba feliz y le lamía las manos y los pies. Androcles ya no le tuvo miedo y a partir de entonces se hicieron amigos.

Durante tres años el hombre y el león vivieron juntos en la cueva. Juntos salían de cacería, juntos comían, descansaban y dormían. El león, como un gato contento, recostaba la cabeza sobre las rodillas de su compañero humano. Y Androcles se sentía muy dichoso con su nueva vida.

Un día, mientras Androcles andaba recogiendo el agua, unos soldados que pasaban por el bosque lo encontraron.

–¡No te muevas! –le ordenó una voz áspera–, ofrecen una buena recompensa por los esclavos fugitivos.

Lo llevaron encadenado de regreso a Roma. Androcles pensó que jamás volvería a ver a su amigo el león.

Lo llevaron ante el emperador y allí lo condenaron a ser devorado por una fiera en el gran circo de Roma. Los soldados lo encerraron en una celda de piedra.

En un día de fiesta, una gran multitud había llegado al circo. En esa época iban a los espectáculos del circo tantas personas como las que hoy van a unas corridas de toros. Hasta el emperador de Roma y sus senadores estaban presentes.

Echaron a Androcles al circo con una pequeña lanza. La fiera estaba hambrienta y enfurecida tras varios días de estar encerrada sin comer. El pobre esclavo temblaba. Levantó la mirada hacia las graderías y vio miles de rostros que lo rodeaban. La multitud gritaba palabras de odio. Nadie le tenía piedad, lo querían muerto.

Cuando abrieron la jaula, la fiera salió dando saltos y de inmediato llegó hasta el hombre. Entonces Androcles pegó un gran grito. Pero no fue un grito de miedo, sino de alegría. La fiera era su viejo amigo, el león de la caverna.

Llorando, lo abrazó, le hizo caricias y recostó su cabeza sobre la suya. El león se tendió a sus pies y se los lamía. Se hizo un repentino silencio entre la multitud. Nadie entendía lo que sucedía. La gente se quedó admirada, sin palabras, muda del asombro.

El emperador le pidió a Androcles que explicara aquel misterio. Él se paró delante de la gente y abrazado al león contó que habían vivido juntos en una cueva en el bosque.

–Yo soy un hombre –dijo–, pero ningún hombre ha sido mi amigo. Este león ha sido el único que fue amable y nos amamos como hermanos.

La gente aplaudía y exclamaba:

–¡Que viva en libertad! ¡Que viva en libertad!… Otros gritaban:

–¡Que también liberen al león! ¡Que ambos sean libres!

Androcles fue declarado libre por el emperador y le dieron una gran suma de dinero. Además, le entregaron el león. De allí en adelante, Androcles andaba por las calles de Roma acompañado por su león como si fuera un gran perro cariñoso y agradecido.

Androcles y el león es una de las leyendas de la Antigua Roma. Se cuenta desde hace cientos de años. No se sabe si es verdadera o no. Pero nos enseña que amor con amor se paga y bondad con bondad se premia.


Ver texto original del libro: