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Cuentos / Leyendas

El gusano y el escarabajo

El gusano y el escarabajo
(Cuento)

 

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2012


 

 

Un gusano y un escarabajo eran grandes amigos. El escarabajo sabía que el gusano era muy lento para caminar y que era corto de vista. Por eso a diario lo iba a visitar a su casa.

El gusano, por su parte, consideraba que el escarabajo comía cosas desagradables y hablaba con mucha rapidez. Sin embargo, era más grande el cariño que le tenía y consideraba que en realidad, ninguna de esas cosas tenía importancia.

Un buen día, el escarabajo fue a una reunión de escarabajos. De inmediato sus compañeros empezaron a molestarlo por su amistad con el gusano. Le decían que cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro de un ser tan raro, tan inferior, tan limitado en sus movimientos, y que ni siquiera le devolvía los saludos que él le hacía desde lejos.

Al principio, el escarabajo prestó oídos sordos a los dimes y diretes de sus compañeros. Sin embargo, con el correr del tiempo le empezaron a entrar dudas y pensaba: ¿Será que de verdad es mi amigo? Yo soy el que siempre voy a su casa. Capaz que el cariño solo es de parte mía. Y decidió no volver a visitarlo, para ver si el gusano lo iba a buscar.

Pasó el tiempo. Ni el escarabajo ni el gusano se volvieron a ver. Pero un día, llegó una mariposa al barrio de los escarabajos, y al ver al escarabajo le dijo:

¡Por fin te encuentro! Te he buscado por todas partes porque te traigo una triste noticia. Tu amigo el gusano está muy grave, se está muriendo. Su pequeño cuerpo no pudo resistir los esfuerzos que cada día hizo para venir a buscarte. Todos los otros gusanos le dijeron que no hiciera el viaje, pero él estaba muy preocupado porque no habías vuelto, y quería convencerse de que no te había ocurrido nada malo.

Al oír esto, sin pensarlo dos veces, el escarabajo emprendió la marcha en busca del gusano. Cuando llegó, encontró a su amigo muy enfermo y esperando ya el momento final. Pero al ver al escarabajo el gusano se llenó de felicidad y con una voz muy débil le dijo cuánto se alegraba de que hubiera llegado a visitarlo y que ahora sí podía morir en paz, sabiendo que nada malo le había ocurrido.

El escarabajo lloró como un niño y acompañó a su amigo hasta el final. Comprendió su error al permitir que las opiniones de sus compañeros minaran su amistad con el gusano. Y más dolor le provocaba saber que al poner a prueba esa amistad, su amigo había dado la vida por ir a buscarlo.

La muerte del gusano dejó una huella profunda en el escarabajo. Sin embargo, nunca se le escuchó quejarse de quienes lo habían aconsejado mal. El culpable había sido él por haber prestado oído a las críticas.


Ver texto original del libro: