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Animales

Historia de una serpiente, Mano de Piedra

By marzo 7, 2019enero 23rd, 2020No Comments

Historia de una serpiente, Mano de Piedra

 

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2014


 

 

Un amigo nuestro es un apasionado estudioso de las serpientes. Por eso sabe mucho sobre ellas y le gusta observarlas con cuidado.

Cuando estábamos haciendo este Almanaque, fuimos a visitarlo. Vive lejos de la ciudad y tiene un serpentario. Allí llegan muchas personas y él les cuenta sobre lo que ha aprendido de las serpientes.

Hablando de una cosa y de otra nos contó que, por más de dos años, estuvo observando el comportamiento de una serpiente venenosa conocida como Mano de Piedra, que se encontró un día en la montaña. Y como el tema nos pareció interesante, les contamos lo que él escribió sobre ella.

“Todo empezó en enero del año 2011, a eso de las cuatro de la tarde.

Estas serpientes necesitan de un bosque húmedo con animales para alimentarse.

En el bosque no ha dejado de llover en tres días y sopla mucho el viento. En el fondo de un hoyo de un viejo tronco, una serpiente duerme.

Deja de llover y empieza a aclarar el día. Sin embargo, hay todavía gruesas gotas de agua que se escurren por las hojas. La serpiente sale de su escondite y busca las piedras de siempre. Frota su cuerpo contra ellas y limpiamente se desprende de su vieja piel. Se duerme en un claro, junto a un arbolillo que también aprovecha los últimos rayos del Sol.

Como ocurre siempre, ahora la serpiente se prepara para cazar. Se mueve muy despacio unos cuantos metros y allí, pacientemente espera. Hay semillas en el suelo. Una rata se acerca en busca de ellas, y aprovechando una distracción, la serpiente la ataca. Extiende su cuerpo en un salto corto y le clava sus colmillos, arqueando su cabeza para que el veneno pueda salir más fácilmente. Luego retrocede y espera. La rata escapa, pero solo unos pocos metros. La serpiente la recupera y se la traga. Vuelve a llover. La lluvia cae sobre la cabeza plana de la serpiente, la cual inclina para que el agua llegue hasta su boca.

Es el mes de junio. Hace calor y ya van dos semanas que no llueve. Parece el corto veranillo anual de las montañas de altura media de la región del Caribe, pero ese veranillo ya se había dado.

En agosto el calor es fuerte, el aire está seco y la lluvia se volvió rala y poca. La serpiente está refugiada en el fondo del tronco. Allí se protege del calor. Cada noche ha intentado cazar pero sin éxito.

Ya es abril del año siguiente. En los últimos dos meses ha llovido muy poco y las lluvias fueron espaciadas. Eso no era así antes. Las hojas secas del suelo crujen al paso de los animales. Las ranas ya no cantan. Arriba, en lo alto de un árbol cercano, las bromelias que cubren al árbol, están secas. Una vez más, la serpiente no ha podido cazar. Sigue en el fondo del tronco para protegerse del calor, pero allí no hay agua, ni presas. Ha perdido peso, su cola muestra arrugas largas. ¡Ella está hecha para esperas largas!

Otras serpientes venenosas como la Terciopelo también se están yendo a lugares más frescos y húmedos a donde hace un tiempo casi no se veían.

Otra vez llegó junio y todo sigue igual. Pero una noche, después de una corta lluvia, la serpiente salió a cazar y esta vez tuvo suerte. Hizo un enorme esfuerzo para tragar su presa, pero no fue como antes. Lentamente regresó al tronco, ahora para digerir su presa y de paso iniciar nuevamente el proceso de cambio de piel, pero algo no andaba bien. El cuerpo de la serpiente comenzó a hacer un movimiento como de gusano, pero al revés. Pronto su presa se asomó a su boca que estaba enormemente abierta y la vomitó. Su cuerpo ya dañado no podía digerirla. La perdió, y con ella todo el alimento que la podría salvar.

Su último enero llegó. Hubo lluvias fuertes, pero no continuas. Traguitos de agua la mantuvieron viva un poco más. En vano esperó una presa o algo, pero solo pasaron los días. Las ranas ya se habían ido y luego, lo mismo hicieron las ratas. El piso del bosque que antes era lodoso, ahora estaba seco. El cuerpo de la serpiente tenía una extraña rigidez y su piel no tenía el brillo de la vida”.

Este es el final de lo que él había escrito. Todos quedamos en silencio. Sin embargo, estábamos llenos de dudas que nuestro amigo, poco a poco, nos fue aclarando.

Nos contó, que él creé que esta historia podría tener que ver con los cambios de clima que están sucediendo en la Tierra. A veces hay sequías cuando se esperan las lluvias; las lluvias a veces duran muy poco o son muy espaciadas; y cuando se espera el sol, aparecen las lluvias. En fin, que todo está como desordenado.

Al haber menos bosques y más campos agrícolas esto provoca cambios en la forma de vida de los animales y se cree que hoy día hace más calor, hay veranos más largos y lluvias más fuertes.

Él ha podido observar, que en un clima más caluroso y seco, las serpientes venenosas tienen menos presas para alimentarse, entonces se desnutren y muchas mueren. Otras en cambio, al encontrarse sin alimento, buscan regiones más frescas y húmedas. Es por esa razón que se les encuentra con más frecuencia cerca de las quebradas, de los ríos, de las lagunas y en lugares no acostumbrados.

También, buscando refugio y animales como las ratas para alimentarse, las serpientes venenosas se han metido más frecuentemente dentro de las casas.

Nos despedimos de él con un sabor amargo en la boca, a pesar de lo contentos que estuvimos al visitarlo. En muchos de nosotros quedó como un sentimiento de tristeza.

Así como pasa con las serpientes, sucede también con muchos de los animales y plantas que hay en la naturaleza. Están desapareciendo o cambiando su comportamiento, pues si bien los cambios de clima pueden estar ocurriendo por causas naturales, también es cierto que el hombre ha introducido prácticas que están produciendo cambios en la atmósfera, las aguas, los bosques, los ríos y los mares.


 Ver texto original del libro: