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Historia

Historia del lápiz

By febrero 20, 2019febrero 26th, 2019No Comments

Historia del lápiz

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2001


¿Cómo se pone la mina dentro del lápiz? La solución a este pequeño problema es sencilla, pero el hombre necesitó siglos para descubrirlo.

El antepasado más antiguo de nuestro lápiz fue una varilla de plomo o de plata que usaron los griegos, romanos y egipcios hace tres mil años para escribir sobre tabletas. Pero el verdadero lápiz perfeccionado y conocido se produjo hace unos 400 años.

En 1564 un huracán que azotó las Islas Británicas arrancó un árbol gigantesco cerca de un lugar llamado Borrowdale. Al caer puso al descubierto unas piedras compuestas de una extraña sustancia negra. Poco después un campesino que pasaba por el lugar notó que se le habían ensuciado los pantalones con esa sustancia. Rompió un pedazo de aquella piedra y comprobó que servía para pintar y trazar rayas. Entonces los pastores comenzaron a usar este material para hacer marcas y señalar el ganado.

Ese raro material era grafito, tan sólido que cortado en pedazos delgados y largos se comenzó a vender en Londres como “varillas de escribir”. Algunos vendedores las envolvían con cordeles que podían desenrollarse a medida que se gastaba el grafito. Para mantener oculto el descubrimiento, los ingleses pusieron bajo fuerte vigilancia la mina, pero no pudieron guardar el secreto. En 1795 el ingeniero francés Jacques Conté encontró la forma de hacer lo que nosotros llamamos “mina”, mezclando el grafito con arcilla en polvo.

Pedazos ya purificados de grafito para hacer lápices.

Hoy las fábricas de lápices usan técnicas distintas. Pero el procedimiento es el mismo y es simple. Se abren surcos paralelos en tablillas de madera cilíndricas, cortadas a la mitad; se coloca el grafito o “mina” en el surco y se le pega otra tablilla exactamente igual. Podríamos llamar a esto un “sándwich” de grafito, que queda sólido y unido. Finalmente, sólo falta cortarlo para darle el largo necesario y pulirle con lija la superficie y pintarla. El resultado final es un lápiz. Tan útiles son, que hoy día se calcula un consumo de uno mensual por habitante en el mundo, lo cual significa 6 mil millones de lápices por mes.

Si bien tanto en nuestra lengua española como en francés y en inglés el nombre del lápiz se deriva del latín, tiene voces y significados muy diferentes. En español le llamamos lápiz, del latín “lapis”, que significa piedra. En francés le llaman “crayon,” del latín “creta,” que significa tiza. Y en inglés se le llama “pencil,” del latín “penicillus,” que significa pequeña cola.

Ver texto original del libro: