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Leyes / Derecho

In dubio pro reo

By febrero 28, 2019No Comments

In dubio pro reo

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2014

Hoy en día se usan otras frases parecidas pero adaptadas a nuestra época. “In dubio pro operario” quiere decir: en caso de duda, a favor del operario o trabajador.

 

El antiguo pueblo romano trató de que las personas fueran juzgadas con justicia e imparcialidad. Por eso el reo o acusado tenía derecho a un juicio y era considerado inocente hasta que no se le probara lo contrario. En ese juicio la persona tenía derecho a ser defendida y quien lo acusaba, tenía realmente que probar que era culpable. Los jueces, quienes escuchaban las acusaciones y las defensas, debían ser personas ajenas al caso para poder decidir con plena imparcialidad.

Si los jueces encontraban que no había pruebas suficientes y había dudas, no podían condenarlo y tenían que decidir a favor del reo. Pues el reo o acusado era la persona más afectada en caso de error.

Ese principio de presunción de inocencia fue aplicado por los roma nos, quienes lo llama ron in dubio pro reo, frase que la escribieron en latín porque era el idioma que ellos usaban, y que en español quiere decir “ante la duda, a favor del reo”.

Esta figura representa la ley. Tiene una venda en los ojos para no discriminar entre las personas. La balanza significa que la justicia es pareja y equilibrada y la espada, el castigo al desobediente.

Este principio sigue siendo hoy en día una base funda mental a la hora de juzgar a alguien, porque garantiza el absoluto respeto a la libertad de las personas. El in dubio pro reo les exige a los jueces estar completamente seguros de la culpabilidad de los acusados. Es preferible equivocarse y dejar libre a un culpable que, por equivocación, condenar y quitarle la libertad a un inocente.

Una parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas dice: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma como inocente mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público, donde se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”.

Muchas personas en su vida diaria, sobre todo aquellas que tienen respeto y consideración por los demás, también piensan de esta manera. Por eso no juzgan a una persona cuando se murmura de ella, escuchan algún chisme o leen alguna noticia que pone en duda su honradez y su honor. La vida misma les ha enseñado que antes de juzgar se tiene que conocer bien lo que realmente ha sucedido, para poder formarse una opinión justa y basada en la verdad.

Las personas que actúan así, viven con la conciencia más tranquila y los demás ven en ellas a un ser humano en quien pueden confiar y que no los va a juzgar sin motivo. Al contrario, los va a escuchar con mucha atención y quizá les dará el consejo adecuado para enfrentar sus problemas de una manera sana y sin egoísmo.

Este es un principio que debe aprenderse y practicarse desde la niñez, pues esto nos ayudará a ser mejores seres humanos.


Ver texto original del libro: